Que no está muerto lo que puede yacer eternamente.

GdS TV

06 April 2008

Musick to heare (I): No te creas chéspir

In laudem Musice et opprobrium Contemptorii eiusdem
Musicke to heare, why hearest thou Musicke sadly
Sweete with sweetes warre not, Joy delightes in Joy
Why louest thou that which thou receauest not gladly
or else receauest with pleasure thine annoy
If the true Concord of well tuned Soundes
By Vnions maried doe offend thy eare
They doe but sweetlie chide thee, whoe confoundes
In singlenes a parte, which thou shouldst beare
Marke howe one stringe, sweet husband to another
Strikes each on each, by mutuall orderinge
Resemblinge Childe, & Syer, and happy Mother
Which all in one, this single note dothe singe
whose speechlesse songe beeinge many seeming one
Singes this to thee, Thou single, shalt proue none

Música tú, ¿por qué la música te entristece?
Goza dulzura con dulzura, y en sí misma la alegría se deleita;
¿Por qué sin placer tomas lo que amas
Y te complaces con lo que deploras?

Si sonidos noblemente combinados
Por la armonía, ofenden tus oídos,
Ese concierto te reprende suavemente
Por confundir en una las voces entonables.

Ve cómo las cuerdas delicadamente acordes
Se engarzan con cuidado en un orden recíproco;
Como un padre y un hijo y una madre dichosa
Entonan juntos la más encantadora melodía:

Ese canto sin palabras que tantos es en uno,
Y que así te repite: "Tú, solo, nada vales"

Este es el soneto VIII de Shakespeare, que no conocía hasta hace poco. De hecho, a los sonnets tengo ganas de darles un bocado desde que vi Sentido y Sensibilidad (es muy tópico, lo sé, pero quién se puede resistir a ese "Let me not to the marriage of true minds...") y éste me viene al pelo para hablar de mis músicas varias, tanto en sentido literal como metafórico.

En sentido literal, los sonetos dejan traslucir atisbos de sordidez por otra parte típicos de la literatura barroca; si no me creéis, leed el Buscón. La gran literatura a veces tiene una reputación de seriedad que le perjudica: pero a eso llegaré cuando hable del Ulises. Para empezar, su autoría es dudosa: de su misteriosa dedicatoria se puede deducir que los poemas fueron escritos por un poeta muerto años antes y "apropiados" por el ingenioso dramaturgo Shake-Speare de Stratford-upon-Avon.

De lo que la wikipedia me ha enterado que yo ignorara es de que los primeros 126 sonetos están dedicados a un "bello joven" y expresan por él un indudable amor platónico. Precisamente el poema que nos ocupa se encuentra entre ellos, y más concretamente entre los "sonetos de procreación" (!) en los que anima al bello joven a casarse y tener hijos. Aquí compara la armonía de la familia con la de los sonidos musicales, condenando el egoísmo del bello joven que prefiere morir sin descendencia ("como murió mi padre", en las inmortales palabras de Joaquín Sabina).

Dejamos aquí la interpretación literaria. Por si fuera poco con la calidad intrínseca del soneto, nada menos que Igor Stravinsky lo convirtió en la primera de sus Three Songs from William Shakespeare, para mezzo-soprano, flauta, clarinete y viola... que un servidor de ustedes está ensayando en calidad de flautistillo. La canción es fantástica; no sólo bonita, sino con mucho que rascar. Podría hablar aquí del uso particular del serialismo que hace Stravinsky, pero no lo voy a hacer, porque no quiero perder los pocos lectores que tengo.

Sin embargo, no hay que tener mucha imaginación para entresacar alguna clave contemporánea interesante del soneto: tomando al Fair Youth por el oyente, nos habla de cómo las intrincadas líneas que forman la pieza, relacionadas sutilmente entre sí, no importan en sí mismas, sino como una sola; cómo no hay que dedicarse a destripar la música, sino disfrutarla, etcétera. Naturalmente, la buena poesía y la buena música tienen la virtud de encajar en cualquier interpretación.